jueves, 29 de abril de 2010

Myriam no crece

Myriam sueña todo el día despierta y  también lo hace dormida. Myriam sueña que Hernán se encuentra con ella en la misma ciudad y que ambos están como antes, como hace algunos años, haciendo sus carreras en una empresa que , también sueñan los dos, los llevará fuera del caos del país que ya los deprimió lo suficiente como para querer emigrar a cualquier precio. Eso es la vida pasada de Myrian pero sigue en sus sueños diurnos y nocturnos. Hernán está allí omnipresente y a la vez, omniausente. Ella todavía no cesa en su ilusión de volver a estar con él. Le perdona todo, porque cree amarlo más allá del dolor. Myrian paradójicamente no olvida, pero se aferra a lo único que conoce, la presencia de Hernán en su vida diaria, en su trabajo, en su cama.  Myriam sueña con encontrarse  con Hernán , aquél  que fue antes del primer golpe. Ella le avisó que estaba embarazada y él respondió con el golpe. Fue el primero y no el único. Siguieron juntos porque Myriam lo ama, o cree amarlo. Ya se ha deshecho en lágrimas por la pérdida del embarazo y por la pérdida de Hernán. Se culpa por no haberse cuidado más responsablemente. Se culpa por haber entorpecido la ilusión de viajar y hacer otra vida afuera, se culpa porque ahora  está sola y cree que se lo merece. Cada uno de estos pensamientos se los inculcó él con sus golpes, sus reproches, y su abandono. Hernán ahora está donde quería estar , como ejecutivo en una empresa en Medio Oriente. Myriam  espera que Hernán vuelva, que la perdone y que se la lleve con él como habían planeado cinco años atrás, antes del anuncio del embarazo, de los golpes y de los reproches.