jueves, 1 de abril de 2010

Y también del otro lado del mundo



















Malva está sola. El último refugio que le queda es su propia rabia. Aprendió como todos los niños de la aldea que no podía hacer nada contra los atropellos de los hombres y de la naturaleza. Soportó con su madre y su abuela el abandono y el maltrato como cosa de todos los días. Allí donde ella vivía no se tenía en cuenta la falta de energía de los más viejos y por eso su abuela fue echada del refugio porque no se podía llenar una panza que ya le quedaba poco de vida. Los hombres que venían de otros lados y hablaban de una forma que ellos no entendían separaban a las familias, llevándose a los hombres y a los jóvenes para trabajar en las minas que ellas nunca supieron dónde quedaban. Las mujeres casi niñas como Malva ,eran maltratadas y abusadas porque creían que no sentían nada , que eran como animales salvajes y así las trataban. La abuela y otras  otras mujeres grandes le dijeron que no se enojara con ellos porque sería peor. Malva aguantó cuanto pudo pero cuando se cansó se enojó mucho, no con ellos, sino  con su abuela porque no le enseñaba a defenderse y también con su madre y las otras mujeres. Nadie la tuvo en cuenta y ni siquiera la azotaron para hacerla callar. Malva siguió gritando porque no quería más golpes ni abusos porque lo que  le hacían no le gustaba nada ,y así se lo decía a su abuela, también le decía que todos los hombres eran peor que pitones y que el Dios que ellas nombraban no existía en ningún lado. Cuando al fin Malva quedó sola porque  la fiebre mató  a su madre y a su abuela,  se fue a los médanos calientes y desde allí lanzó fuertes insultos a ese Dios que hacía el día y la noche, los árboles y los ríos, los leones y los tigres y no era capaz de cuidar de una niña que sólo pedía que esos hombres no  la aplastaran más con sus cuerpos pesados y violentos. Del otro lado del mundo, en un pueblo en el norte de Argentina, mientras Laureana lee esta historia escucha que alguien llama a su puerta. Una niña de apenas diez años, pide refugio.Ha escapado de su casa por el maltrato de su padre y ahora teme que pasado el alboroto de la procesión de la Semana Santa, salga a buscarla para castigarla y seguir abusando de ella.