viernes, 2 de julio de 2010

De Profundis



De Profundis

 Camina junto al río. Sus pies pequeños mueven
el agua serena de la orilla,
levantan diminutas cascadas
que brillan bajo el sol.
Sigue con una perdida mirada
la caída de las gotas y su dibujo.
El cielo está transparente.
Nadie está a su lado.
Sigue caminando .
Lleva un liviano vestido
y las zapatillas en la mano.
Juega con el agua.
Luego se detiene y se deja
caer en la arena aún no caliente.
Recoge sus piernas y
se abraza a ellas.
No mira. Piensa.

El hombre no era ni su padre, ni su hermano.
Era otro.
Ella no lo había visto nunca.
Estaba allí.

Niña Objeto
ahora  sabe y no sabe.

Se levanta. Arroja sus zapatillas
al río. Se quita el vestido y lo deja
en la arena como un trapo muerto.
Así, desnuda, desanda lo andado
y se pierde en el monte.
Han florecido los lapachos pero
ella ya no los ve.


Ana María Donato