martes, 6 de abril de 2010

La elección de Tamara

El portazo se escuchó hasta la planta baja. Tamara tomó la decisión de abandonar su hogar harta del maltrato de su madre. Ya tiene edad para independizarse después de soportar desde el tiempo que  recuerda, la sistemática violencia  verbal y el boicoteo emocional al cual la sometió para que hiciera lo que ella quería, como quería y cuando quería. Y lo más grave, con las personas que ella quería y pensaba que eran potables para entrar en su círculo social .Tamara sumisa fue soportando todo. Un grito por una detalle en la elección de su propia ropa, un cachetazo por una amistad mal vista, o por  notas del colegio que la ponían al borde de la expulsión, una reiterada presión para que recordara quién era y de qué familia venía. Sólo un hermano parecía entenderla pero tampoco nunca habló con ella.Se limitaba a ser testigo. El otro estaba con la posición de su madre aunque él mismo dejaba mucho que desear. Así fueron pasando los años hasta que de pronto Tamara se dio cuenta que ella no era lo que su madre quería que fuera y empezó una vida clandestina hecha de mentiras, ocultamientos  y también feroces peleas verbales. Tamara se fue desgarrando hasta convertirse en la sombra de sí misma, llevando una anorexia no por deseo de belleza,  sino tragada y vomitada por la incomprensión Cuando conoció a Paula después de otras relaciones frustradas tomó coraje y dio el portazo. Tenía el alma destrozada de una forma que su madre era incapaz de entender. Ser distinta era el peor castigo del Cielo y ella era distinta. Era lesbiana. Nunca le dijo nada y  hoy  tampoco habló . Una distancia insondable las separa y la acumulación de agravios es tan densa que Tamara sabe que le llevará mucho tiempo de su nueva vida  alivianar el peso de tanto dolor. Cuando baja la escalinata del edificio, a cincuenta metros la espera  Paula con  quien intentará vivir la vida que siente que es su propia vida. Anochece y Paula  la recibe sin preguntar nada, ya tendrán tiempo para hablar. Toma el bolso de Tamara, le pasa el brazo por los hombros   y las dos se envuelven en el calor de esa  historia que empiezan a escribir  ,de otra manera. Las luces de la avenida comienzan a encenderse. Paula abraza a Tamara con fuerza, le levanta el rostro con su mano y le señala el brillo de la ciudad que ahora es también de ellas.